Los atractivos del Camino de Santiago no son solo religiosos, espirituales y turísticos. También son históricos y arquitectónicos. En este aspecto entran en juego todos los símbolos típicos de la peregrinación. De la concha de vieira a la flecha amarilla, pasando por las estatuas de santos. Los peregrinos los compran a modo de souvenirs, pero muchos desconocen su versión más duradera y de mayor calidad: la escultura en piedra.
Los símbolos del Camino, en piedra: del reloj del sol hasta los cruceiros
El Camino de Santiago es la mayor ruta de peregrinación del mundo. Solo en 2022, 438.323 llegaron a la capital de Galicia por alguna de las rutas oficiales, según los datos recogidos por el libro Camino Inglés de Antón Pombo. A lo largo del trayecto, sea cual sea su longitud, los peregrinos disfrutan de esculturas históricas que ya se han convertido en símbolos del Camino.
Algunos desde los inicios de la peregrinación, como por ejemplo la concha del Camino de Santiago, presente en muchas señalizaciones y en fachadas de edificios, o la flecha, habitualmente de color amarillo, que también se ha tallado en piedra en diferentes lugares.
Pero la gama de esculturas en piedra no termina ahí: relojes de sol, escudos heráldicos, cruceiros, imaginería religiosa (estatuas de santos y otros elementos religiosos) y monolitos de piedra pueblan los senderos, municipios y ciudades del Camino. Y lo mejor de todo es que estos elementos escultóricos se pueden comprar.
El escultor Rodrigo G. Xiráldez es un especialista en la elaboración de estas obras. En su taller PEDRA Stone Design Projects, reconocido como uno de los mejores por Artesanía de Galicia, talla en piedra todo tipo de esculturas, desde los mencionados relojes de sol, hasta los cruceiros y los escudos heráldicos. Aunque cabe resaltar que cualquier diseño que quiera el cliente puede ser tallado en piedra por Rodrigo.
Si quieres alguna escultura del Camino, la forma más fácil para conseguirla consiste en ponerte en contacto con Rodrigo a través de su web. Los envíos de piezas se hacen a toda España y la primera consulta es gratuita. A continuación repasamos las esculturas típicas del Camino de Santiago que Rodrigo elabora y que se pueden comprar.
Reloj de sol
Un reloj de sol opera a través de un mecanismo básico pero eficaz, consistente en la proyección de una sombra por un objeto, conocido como gnomon, sobre una superficie que contiene una escala horaria. La posición de la sombra en esta escala indica la hora del día. El gnomon, que se coloca de forma perpendicular a la superficie del reloj, juega el papel principal en este proceso.
Es importante tener en cuenta que el movimiento de la sombra se corresponde con el movimiento diario del sol. Por lo tanto, la sombra se desplaza continuamente a lo largo del día. Además, la posición de la sombra en la escala horaria variará dependiendo de la estación del año y de la ubicación geográfica específica del reloj.
A lo largo de la historia, los relojes de sol han experimentado una serie de transformaciones y adaptaciones para mejorar su precisión. Inicialmente, los diseños eran bastante simples, pero a medida que se fue avanzando en el conocimiento de la astronomía y de las matemáticas, se empezaron a desarrollar modelos más sofisticados. Algunos de los más avanzados estaban equipados incluso con líneas horarias y marcas de calendario, lo que permitía a los usuarios leer tanto la hora como la fecha.
La evolución de los relojes de sol también ha estado marcada por una amplia diversidad en términos de su diseño y construcción, reflejando las características únicas de las diferentes culturas y geografías en las que se han utilizado. Desde los grandes relojes de sol de piedra en la antigua Roma hasta los delicados relojes de sol de bolsillo de la época victoriana, cada uno de estos instrumentos ha aportado su propia contribución a la rica historia de la medición del tiempo. Hoy en día, los relojes de sol siguen siendo una herramienta valiosa y un símbolo histórico de la ingeniosa habilidad humana para medir el paso del tiempo.
Es habitual ver sus versiones en piedra en algunos pazos e iglesias del Camino. Además, tal y como señala El Bierzo Digital, en el pueblo de Alcazarén, lugar de pasada del Camino, se ha instalado un reloj de sol. Su autor es Luis Eusebio Vadillo Sacristán, experto en relojes de sol, quien ha creado un reloj con forma de Vieira en homenaje a los peregrinos. No en vano, el patrón del pueblo es el Apóstol Santiago.
Escudos Heráldicos
Escudos de armas, escudos de apellidos familiares y escudos heráldicos. Todos estos términos están muy presentes en la escultura hoy en día y se basan en la heráldica. Esta disciplina nació entre los siglos XI y XII, como lenguaje simbólico de caballeros ocultos tras yelmos y armaduras. Inicialmente, estos blasones se desplegaban en estandartes que flameaban sobre los campos de batalla, representando lealtades e identidades. Pero en el año 1140, la tradición cambió. Los escudos se hicieron más pequeños y ligeros, convirtiéndose en lienzos en miniatura para los emblemas heráldicos. En el fragor de la batalla, un escudo revelaba a qué bando pertenecía su portador. Fuera de la guerra, identificaba a cada caballero del reino.
Con el tiempo, la heráldica se convirtió en un lenguaje de poder y linaje. A mediados del siglo XIII, las familias nobles, los magnates de los negocios y las corporaciones de oficios comenzaron a diseñar sus propios escudos, traspasando este legado de generación en generación. Paralelamente, los primeros ‘Rollos de Armas‘, reproducciones en papel de estos escudos, empezaron a aparecer. En el siglo XIV surgieron los primeros tratados de heráldica y, con la invención de la imprenta en el XV, se propagaron los estudios sobre los escudos heráldicos y sus símbolos. Estos blasones, vinculados a los apellidos, se arraigaron en la historia y hoy son todavía muy populares.
Estos escudos heráldicos, que se pueden esculpir ad hoc en piedra para cada familia, están presentes en múltiples edificios de la ruta. Un claro ejemplo de ello se encuentra al final del Camino, concretamente en varias casas de la calle Carretas, cercanas a la oficina del Peregrino en Santiago. Se trata del escudo de Alonso de Fonseca, figura clave en el impulso de la Universidad de Santiago de Compostela. De hecho, uno de sus escudos heráldicos puede verse en la fachada del colegio mayor Fonseca. Tiene «estilo barroco» y sus armas están presentes, según explica Isidro Mª de Malet Andreu, diplomado por el CSIC en Heráldica y Nobiliaria, en su artículo Alonso I de Fonseca y sus armas. Sin embargo, el blasón que se puede ver en las casas del casco histórico de la ciudad elimina las armas, estando compuesto de cinco estrellas.
Concha del Camino de Santiago
La concha de vieira, un molusco muy valorado en Galicia a nivel gastronómico, es un símbolo muy venerado en el Camino de Santiago, representando tanto la finalización exitosa de la peregrinación como la generosidad esperada de los peregrinos. Según la web de la Cidade da Cultura, este símbolo se popularizó entre los peregrinos ya en los siglos XI y XII, un hecho refrendado por el Códice Calixtino, la primera guía del Camino de Santiago, que menciona la concha como emblema indispensable.
Aunque el término «marketing» no existía en la Edad Media, la adopción de la concha como insignia del Camino propició su producción como recuerdo o símbolo de peregrinación. La página oficial del Camino de Santiago indica que la concha se convirtió en la recompensa por completar la ruta, inicialmente solo disponible en Santiago de Compostela, una estrategia de negocio inteligente atribuida al arzobispo Diego Gelmírez, el primero de Galicia, y a su círculo íntimo.
Aunque la prohibición de venta fuera de Santiago no duró mucho, la concha se consolidó como un elemento icónico de la indumentaria de los peregrinos, permaneciendo vigente hasta el día de hoy. Sin embargo, la razón detrás de su popularidad inicial sigue siendo un misterio. Una explicación sugiere que los peregrinos utilizaban las conchas como recipientes para beber de las fuentes, mientras que la leyenda más aceptada habla de un caballero convertido al cristianismo después de ser salvado de ahogarse por una fuerza divina. Presuntamente, en la barca en la que se salvó aparecieron multitud de vieiras.
En la actualidad, la concha del Camino de Santiago está presente en multitud de lugares de la peregrinación. Para empezar, en la indumentaria de los peregrinos, pero también en todo tipo de esculturas en piedra y en las fachadas de edificios, independientemente de su relación con la Iglesia.
Flecha del Camino de Santiago
Elías Valiña, sacerdote y devoto promotor del Camino de Santiago a nivel internacional, es recordado por su distintiva aportación a la peregrinación: la flecha amarilla. Nacido en Sarria en 1919, Valiña alimentó su pasión por la ruta jacobea desde su juventud, llegando a dedicar su tesis doctoral en Derecho Canónico al estudio histórico-jurídico del Camino. En mayo de 1985, su papel crucial en la promoción del Camino fue reconocido oficialmente cuando fue nombrado comisario del Camino de Santiago en el I Encuentro Jacobeo.
Pero la contribución más notable de Valiña a la peregrinación fue su proyecto de 1984 de señalizar toda la ruta del Camino Francés. Lo hizo desde Santiago hasta Roncesvalles, con flechas amarillas. Pintó este símbolo en una variedad de lugares, desde paredes y casas hasta señales de tráfico y vallas, con el objetivo de facilitar el viaje del peregrino. El color elegido fue el amarillo por varios motivos: su buena visibilidad, porque era un color no utilizado en las rutas de senderismo de Francia, y porque el bote utilizado era de pintura de carretera, que habitualmente es amarilla.
Eso sí, la iniciativa de Valiña tuvo un inicio inusual. Fue interrogado por la Guardia Civil sobre qué estaba haciendo pintando flechas amarillas en los Pirineos. Bromeó diciendo que estaba «preparando una gran invasión desde Francia». Después de ser interrogado por los agentes, se aclaró el malentendido y Valiña pudo continuar su misión. Con la ayuda de otros voluntarios, logró señalizar toda la ruta, creando un símbolo del Camino reconocido a nivel internacional. Aunque Valiña falleció en 1989, su legado perdura: las flechas del Camino perduran y se siguen renovando cada año.
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Cruceiros
Los cruceiros, esculturas religiosas de piedra, comúnmente granito, que consisten en una cruz sobre un pilar, son una presencia distintiva en lugares como Galicia y Portugal, aunque también se encuentran en otras regiones de España, incluyendo Cantabria y Castilla y León. Ubicados generalmente en cruces de caminos, cerca de lugares de culto como ermitas, iglesias y cementerios, estos monumentos representan figuras clave de la fe cristiana, como Jesucristo Crucificado y diversas vírgenes o santos.
El origen y la función de los cruceiros
Según el historiador Salvador Fernández de la Cigoña Fraga, el origen de los cruceiros gallegos está estrechamente ligado al Concilio de Trento (1545-1563), convocado por el Papa Paulo III en respuesta a la Reforma Protestante. Este evento, que contó con la participación de delegados religiosos gallegos, estableció nuevas normas dogmáticas y éticas de la Iglesia. Entre ellas destacaron la presencia de Cristo en la Eucaristía, la conservación de los siete sacramentos y la veneración de los santos y la Virgen María. La promoción del culto a imágenes y obras sagradas, subrayada en el Concilio, resultó fundamental para la proliferación de los cruceiros a partir de entonces. En este sentido, cabe destacar que no se han registrado cruceiros anteriores a este periodo.
En una segunda instancia, la llegada de la Santa Inquisición a Galicia en 1562, a pesar de que sus líderes no promovieron directamente la construcción de cruceiros, dejó el camino libre para que artistas y escultores católicos los crearan. Asimismo, los obispos posttridentinos influenciaron la edificación de estos monumentos a través de constituciones sinodales. Estos eran documentos que establecían propuestas y reglas para los fieles, marcando que las cruces debían ser levantadas a más de la altura media de un hombre.
La prevalencia de cruceiros de alto porte, y el rechazo de crucifijos en puertas o paredes, se refleja en las constituciones sinodales de Ourense (1622) y Lugo (1675). Este hecho coincide con el aumento de construcciones de cruceiros en el siglo XVII, desacreditando la teoría del ensayista Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, quien sostenía que cada cruceiro representaba una oración de piedra en señal de arrepentimiento por un pecado cometido.
Según el sacerdote Ramiro González Cougil en su obra ‘Galicia, la religiosidad gallega ordenada a una liturgia inculturada’, los cruceiros desempeñan múltiples funciones. Entre ellas, santificar rutas y lugares públicos, proteger contra influencias malignas, guiar a peregrinos -particularmente hacia Santiago de Compostela-, ofrecer un lugar de descanso a los caminantes, anticipar la cercanía de lugares sagrados y límites jurisdiccionales, testificar promesas hechas, conmemorar sucesos históricos y legendarios, invocar la ayuda divina en tiempos de calamidades, expresar agradecimiento por bendiciones recibidas, servir como acto de penitencia por los pecados cometidos y fomentar la oración y la devoción, especialmente durante la realización del viacrucis.
Los cruceiros del Camino de Santiago
En todas las regiones por las que discurre el Camino de Santiago proliferan los cruceiros. Eso sí, como no podía ser de otra manera, Galicia es la que alberga un mayor número de ejemplares. De hecho, justo entrando a la comunidad gallega desde la provincia de León nos topamos con un cruceiro espectacular.
Nos referimos al cruceiro de O Cebreiro, ubicado en la entrada de esta aldea. Este ejemplar tiene como particularidad la presencia de un Santiago peregrino y un cáliz encima.
Otro de los cruceiros más llamativos se encuentra directamente en Santiago, en concreto al lado del convento de Santo Domingo de Bonaval. Se trata del ‘Home Santo’, una obra del siglo XV con toques góticos y con presencia de un crucificado, la virgen María, el evangelista Juan y el apóstol Santiago.
Imaginería religiosa: estatuas de santos y otros personajes religiosos
La imaginería religiosa comprende todas aquellas imágenes y representaciones que tienen que ver con la religión. En el ámbito escultórico, los ejemplos son muy variados. Desde esculturas de santos o vírgenes, pasando por los elementos y personajes religiosos representados en los cruceiros, hasta estatuas a gran escala.
Hay multitud de elementos de la imaginería religiosa significativos del Camino. Por ejemplo, la estatua de los peregrinos en el Monte do Gozo (Santiago), la estatua del peregrino en Burgos y la estatua del recibimiento en O Cebreiro.
Monolitos de piedra
La Real Academia Española (RAE) caracteriza a los monolitos como monumentos pétreos de una única pieza, con dos tipos existentes: naturales y artificiales. Los primeros son bloques monolíticos de roca resistente a la erosión y al paso del tiempo. Como por ejemplo el granito, muy común en Galicia, donde existen más de 19 canteras. Los segundos son elaborados por maestros canteros, que esculpen los bloques para crear monumentos conmemorativos o artísticos.
No son tan comunes como otras esculturas, pero también están presentes en varios puntos de la peregrinación. Un ejemplo es el conocido como el «monolito olvidado» del Camino de Santiago. Apareció en las inmediaciones del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz en noviembre de 2017, y finalmente en julio de 2018 se instaló entre el Paseo de Cervantes y la Avenida de San Prudencio, indicando el camino hacia Santiago, tal y como informa el diario Gasteiz Hoy.