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No hay mejor edificio histórico en Galicia que ejemplarice lo que significa la sección ‘Patrimonio de Todos’ de este blog como el Pazo de Meirás. Este pazo señorial ubicado en Sada lo mandó construir la escritora Gallega Emilia Pardo Bazán en 1890. Fue su residencia hasta su muerte y más tarde pasó a manos de la familia Franco, aunque de manera ilegal.
La sentencia histórica del 2 de septiembre de 2020 concluyó que hubo “falta de legitimidad” en la forma en la que el caudillo adquirió la antigua residencia de Pardo Bazán. Los Franco fueron obligados a devolver el emblemático edificio construido en granito el 10 de diciembre al pueblo gallego, pasando a formar parte de los bienes del Patrimonio Nacional.
Atrás quedaron años en los que Meirás sirvió de residencia de verano de los Franco, celebrándose incluso Consejos de Ministros entre sus muros. La superficie del pazo y sus jardines ocupan más de 66.000 metros cuadrados donde aguardan esculturas en piedra históricas elaboradas por ilustres maestros canteros en sus respectivos talleres de esculturas.
Algunas piezas y estancias en piedra fueron peticiones personalizadas de Pardo Bazán, mientras que otras fueron remodelaciones y adquisiciones pedidas por los Franco. Estas forman parte del inventario de 697 bienes que listaron los funcionarios que entraron en el Pazo antes de la sentencia.
Mientras se debate sobre el uso futuro del inmueble, que a priori permitirá visitas, detallamos cómo es el arte escultórico en piedra que se esconde tras los muros de Meirás.
La arquitectura romántica de las Torres de Meirás
Emilia Pardo Bazán, novelista y poetisa gallega nacida en A Coruña, encontró en una finca en Sada el lugar perfecto para construir la casa de sus sueños. Ella misma diseñó la residencia llamada ‘Torres de Meirás’ (Franco le cambió el nombre y le puso ‘Pazo de Meirás’), demostrando que su capacidad artística iba más allá de las letras.
Lo mandó construir tras el fallecimiento de su padre, optando por un edificio que hacía referencia a la etapa medieval gallega. Concibió un inmueble con dos torres, siendo la más alta la Torre de la Quimera donde instauró su mesa de escritorio, su lugar predilecto para inspirarse y escribir. En medio de las dos torres ordenó edificar una capilla.
La construcción en granito, principal piedra de Galicia para la escultura y construcción también hoy en día, dio lugar a un recinto con siete dormitorios que se clasificó como joya de la arquitectura romántica de la región.
“La principal referencia de las torres es el romántico de Galicia. Una vivienda que más bien es un castillo con una capilla en el centro. Un intento de conectar con el pasado medieval de Galicia. También tiene elementos góticos y renacentistas”, explica Jesús Sánchez, profesor de Arte de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), en declaraciones al programa de la Televisión de Galicia ‘Os segredos de Meirás’.
El proceso de construcción comenzó en 1890 y duró casi 20 años. De hecho, Pardo Bazán no pudo iniciar su vida entre los muros de Meirás hasta el año 1907. Para entonces, casi la totalidad del edificio inspirado en las mansiones aristocráticas de Inglaterra ya estaba casi construido.
Esculturas y motivos en piedra de la época de Emilia Pardo Bazán
La escritora utilizó el pazo como residencia y lugar de trabajo. Su rutina consistía en levantarse temprano, inspirarse y trabajar toda la mañana, y reservar la tarde para encuentros sociales en la vivienda y sus jardines. Los principales nobles de la época y otros escritores famosos pasaron por Meirás, donde pudieron apreciar sus maravillas escultóricas en piedra.
De la época de Pardo Bazán, destacan como esculturas en piedra el escudo familiar ubicado en la fachada, así como la majestuosa escalera en el hall principal, que ha permanecido casi intacta pese al paso del tiempo.
Por otro lado, son muy característicos de la religiosidad de la propietaria y su arraigo para con Galicia los animales en piedra distribuidos por el exterior del pazo, así como las figuras religiosas en los alrededores de la capilla. La escultura religiosa siempre ha sido una de las temáticas más demandadas por los clientes de los escultores gallegos, sobre todo en lo referente a las figuras de santos en piedra o cruceiros.
En este sentido, el pazo también tiene un cruceiro en sus jardines. Estas figuras en piedra proliferaron en Galicia a partir del siglo XVII, tras la celebración del Concilio de Trento en Roma. La Iglesia las utilizó con una función santificadora y recordatoria para los fieles de que la única religión válida era el cristianismo en tiempos en los que la herejía comenzaba a crecer. Hoy hay entre 12.000 y 14.000 cruceiros en la comunidad gallega. Uno de ellos el del Pazo de Meirás.
La polémica adquisición de la familia Franco
Tras la muerte de Emilia Pardo Bazán el 12 de mayo de 1921, las Torres de Meirás quedaron en herencia a su hija Blanca y a su nuera Manuela. Estas intentaron vender la propiedad a la Compañía de Jesús, pero su intención no fructificó.
Con la instauración de la dictadura de Francisco Franco en España, la alta sociedad coruñesa movió hilos para convertir en propiedad del caudillo las Torres de Meirás. El yerno de Pardo Bazán, el general José Cavalcanti, conocía a Franco. Por ello, hizo fuerza para conseguir la residencia para el dictador.
En 1938 se fundó la ‘Junta Pro Pazo’, una organización arengada por los nobles con el fin único de convertir Meirás en la residencia veraniega del caudillo. Maniobraron a todos los niveles, obligando a los ayuntamientos de la zona a dirigir a la causa un porcentaje de los impuestos recaudados. Además, obligaron al recorte de sueldos de funcionarios públicos y trabajadores privados para destinar el dinero a la adquisición.
De este modo, el 3 de agosto de 1938, la ‘Junta Pro Pazo’ compró el pazo por 406.346 pesetas a Manuela Esteban-Collantes. Era la viuda de Jaime Quiroga de Pardo Bazán, hijo de Emilia Pardo Bazán.
Cuando se instalaron allí, los Franco llevaron a cabo un expolio que siempre será recordado en Sada. Anexionaron fincas limítrofes y obligaron a los residentes en ellas a abandonarlas sin darles ninguna alternativa ocupacional a cambio. Descendientes de estos afectados tuvieron un papel clave en el litigio judicial de 15 años con los Franco para quitarles la propiedad.
Lo primero que hizo el dictador fue cambiar el nombre. Las Torres de Meirás pasaron a llamarse Pazo de Meirás. El objetivo era ensalzar un falso pasado noble de Francisco Franco. Además, remodelaron casi todo su interior y exterior. Incluyeron la biblioteca personal de Franco y un busto del mismo en el centro de las escaleras de piedra de Pardo Bazán.
Las esculturas en piedra que llevaron los Franco al Pazo de Meirás
Los jardines de Meirás se convirtieron en los propios de un pazo con sus nuevos propietarios. Los Franco mandaron construir varios hórreos en piedra, fuentes, su escudo familiar en la fachada, figuras de santos como San Pablo o San Andrés, así como un grupo escultórico de figuras sobre una peana de piedra.
Las pilas bautismales del monasterio de Moraime
Dos de las esculturas en piedra más relevantes que permanecen tras los muros de Meirás son dos pilas bautismales pertenecientes al monasterio de Moraime.
En los años 60, Carmen Polo, esposa de Franco, las vio en el monasterio y las pidió para el pazo. Los Franco no optaban por comprar esculturas cuando querían algo, directamente se apropiaban de ello y este fue el caso.
Desde entonces allí permanecen. Eso sí, el Concello de Muxía solicitó a la Consellería de Cultura que se devuelvan al monasterio de Moraime estos dos pilones medievales.
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Isaac y Abraham, las estatuas del Maestro Mateo
Sin duda alguna, las esculturas de más valor que hay en el interior de Meirás son las estatuas románicas de Isaac y Abraham. Estas joyas históricas fueron elaboradas por el Maestro Mateo y formaron parte del primer Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.
Con el paso de los años pasaron a ser propiedad de la familia del conde Ximonde. El Concello de Santiago las adquirió a un descendiente. Permanecieron en la casa consistorial unos años, pero según señalan desde el Concello, Carmen Polo las vio y las hizo llevar a Meirás.
En la actualidad existe una disputa judicial por la propiedad de las mismas entre Concello y los Franco. Los Franco alegaron que compraron las estatuas a un anticuario del que no recuerdan el nombre y no conservan recibo y la justicia de momento les da la razón, al no poder demostrarse que esas sean las estatuas originales del Pórtico de la Gloria. El caso va para largo con la presentación de nuevos documentos incriminatorios por parte del Concello de Santiago.
En este sentido, cabe resaltar que la sentencia del 2 de septiembre de 2020 devuelve el Pazo de Meirás a los gallegos, pero no necesariamente lo que hay en su interior. La Abogacía del Estado defiende que la totalidad del inventario deja de pertenecer a los Franco. Sin embargo, parece que todavía hay una ardua batalla legal por librar.
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